11/7/13

23 otoños

Últimamente tengo un cacao mental que no es normal. Vuelvo aquí, y no para escribir poesía cutre de esa que hago yo, sino para dejar constancia de lo que estoy viviendo y en un futuro no cometer los mismos errores. 
He estado en el límite. Estuve a punto de cruzarlo. Imaginaos la situación. Un abismo enorme que cruce hace casi 3 años por un puente en perfecto estado y con vistas a un paraíso que visto de cerca resultó ser el mismísimo infierno. Compre un billete de ida sin siquiera pararme a pensar en si podría volver algún día. Me fui sin mirar atrás, dejando a una mujer hundida y un chico lleno de odio. Fue hace un par de semanas cuando me dí cuenta de que no podía seguir así y que necesitaba un cambio. Me había decidido, me había hecho la idea de volver e incluso me había llegado a despedir, cuando de repente el puente, hecho de tablones de madera y un par de cuerdas, se desplomó, con tan mala suerte de que me tuve que coger de la cuerda del lado del infierno. 
Así que aquí estoy, en una noche de tormenta de verano, muriendo de calor, escuchando música culpable de mis ojos ahogados. Igual vuelvo a escribir así más a menudo. 

- Hasta mi próximo bajón. 

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